La familia

 

Nada como sentirse a gusto en casa

El hogar es ese lugar encargado de ofrecer alimento, cobijo, refugio y salud emocional. Es el primer entorno formador. Desde el hogar, donde se fomentan creencias, actitudes, debería fomentarse también el interés por conocerse, por conocer al otro porque el hombre es un ser social que necesita reaccionar ante su entorno.

Somos criaturas emotivas que aprendemos a reaccionar desde muy temprano en la vida. Aprendemos primero por imitación; luego, reaccionamos automáticamente movidos por preceptos familiares, culturales. Es en el seno familiar y en los primeros años de la escuela donde experimentamos las primeras experiencias en vida comunitaria y por lo tanto donde experimentamos las primeras emociones a partir de las que se irán desarrollando nuestro temperamento, nuestras características personales.

Los padres y los educadores se alzan como modelos de comportamiento. Nuestros hijos y alumnos nos imitan. Hacen lo que ven que se hacemos. Les resulta más fácil repetir lo que ven e imitarnos, que comprender nuestros mensajes, directivas, o consejos. Esto explica el desgaste, la frustración y el fruto lamentable que ofrecen los sermones, los castigos y todo recurso orientado al escarmiento o a imponer límites. La ineficacia de estos recursos hoy se hace innegable y refleja el modo concluyente con el que reaccionan el temperamento y la naturaleza de toda personalidad en formación. Las conductas de rebeldía son una muestra de la dificultad y de los problemas que acarrea el intentar sofocar o ir en contra de la naturaleza de alguien. 

Nada mejor como aportar entonces un modelo positivo en un entorno emocional positivo que alimente y avive las emociones positivas pues ellas alentarán el desarrollo de los talentos más nobles y del caudal creativo de la personalidad.  

Tanto en el hogar como en la escuela generar espacios para vivir y compartir más emociones  positivas es lo ideal. Es importante formar emocionalmente al niño desde el hogar porque en él es donde se inician los primeros vínculos afectivos; donde se entablan los lazos emocionales de importancia, esos que dejan huella emocional en nosotros y que definen una inmensa cantidad de conductas, tendencias y elecciones. 

Las emociones y sentimientos que vayamos cultivando a lo largo de la vida van definiéndonos en buena medida como personas. Ellos pueden hacernos seres previsibles. 

Enseñarle a los niños a observar y observarse, a revisar lo que siente y observar que también los otros sienten no solamente resulta una tarea apasionante y de utilidad primaria en un mundo de relaciones, sino una instrucción auténticamente ventajosa pues entre múltiples beneficios y entretenimientos,  enseña a observar lo negativo para ir en busca de soluciones reparadoras. Se comprende entonces que educar emocionalmente es de crucial importancia y tremendamente útil especialmente cuando lo que se siente no es bienvenido.

Los padres son verdaderos  motores de desarrollo emocional. Por eso es importante que los padres se capaciten emocionalmente, que cuenten con una buena educación emocional de modo que estén ellos mismos emocionalmente formados para poder ofrecer, transmitir, compartir, estos conocimientos a sus hijos y formarlos a su vez emocionalmente.  Es muy conveniente que tanto el padre como el educador cuenten con herramientas que les permitan conocerse y comprenderse a sí mismos primero para poder ayudar a los menores a reconocer sus emociones, a comprenderse, y orientarlas.  En este marco podrán alentar al respeto y a la legitimidad de toda emoción que los visite porque toda emoción es la expresión de una vivencia legítima, de algo que si bien más tarde se puede revisar, en tanto experiencia, es algo indiscutible y merece ser reconocida.

Es bueno sentirse bien en familia, querer volver a casa.

La familia es el primer ámbito formador , el primer espacio social que el niño conoce, de modo que es la familia la entidad mejor calificada para presentarse como medio catalizador de emociones negativas, como medio neutralizador de emociones en conflicto. Enhorabuena por lo tanto, por cada familia que potencie el desarrollo emocional, que fomente la tendencia a vivir en positivo.  Un hogar caracterizado por emociones y sentimientos positivos como la calma, paz, felicidad, optimismo es un hogar con recursos valiosos, con un buen seguro de vida que le permitirá neutralizar la negatividad con mayor flexibilidad y menor costo emocional y así sobrellevar  con mayor templanza y sagacidad la frustración y los estados negativos que les presente la vida.

Formar un hogar caracterizados por emociones positivas, productivas, como la calma, la

alegría, optimismo, no solo es agradable, sino que resulta garantía de éxito y un camino más corto, más directo y más poblado hacia estados de felicidad.  La Educación emocional lo hace posible; ayuda y orienta a niños y adultos a generarse impulsos positivos, a acercarse a lo positivo, permitirse ser felices, a compartir y ofrecer felicidad.

No es de extrañar el que un desarrollo emocional satisfactorio conduce a un mejor desarrollo no solo como ser humano en sociedad, sino en áreas mas específicas como la académica, laboral, profesional.  Una inteligencia emocional bien desarrollada se encuentra inevitablemente emparentada con mayores niveles de rendimiento y de satisfacción.

El desarrollo emocional permite aprender a gestionar emociones. Si bien cada cual tiene su temperamento, inclinaciones personales, características de personalidad, aquella  persona que naturalmente busca generar situaciones positivas y compartir emociones positivas es una persona emocionalmente fuerte y saludable.  La persona emocionalmente educada goza inevitablemente de mayor libertad, y del tan ansiado bienestar en el ámbito estudiantil, social y laboral. 

Es en medio del equilibrio emocional, en un entorno pacífico, tranquilo y respetuoso donde el niño puede identificar sus aptitudes y reconocer sus limitaciones libremente. En un ámbito respetuoso, emocionalmente educado estos descubrimientos se respetan y las capacidades innatas se estimulan abriendo paso a auténticas gratificaciones profesionales futuras.

No es de extrañar la influencia de la familia y del clima que haya caracterizado al hogar en el grado de satisfacción y felicidad de sus integrantes. Así como muchas personas han llegado al éxito transitando tortuosos caminos de desafío, muchos otros lo han conseguido por caminos más saludables y amigables que se han destacado por la sana motivación, el respeto mutuo, el auténtico interés por el otro. Como padres hoy contamos con herramientas para generar hijos sin brillo, hijos exitosos por revanchismo, o exitosos por amor y agradecimiento. Generar en nuestros hijos  personas exitosas, gente satisfecha y feliz, que guarda palabras de agradecimiento por sus padres es sin dudas una tarea tan apasionante como gratificante y motivo de orgullo.  

Entre las herramientas a nuestra mano está la importancia de elegir el establecimiento educativo para nuestros hijos. Es útil elegir escuelas cercanas a nuestro domicilio; escuelas de buena reputación, desde luego. Entre ellas, elegir escuelas que se muestren abiertas a ofrecer Educación Emocional resulta una elección bastante más auspiciosa. Y esto no es algo difícil de encontrar.

En la actualidad cada vez más escuelas incorporan programas de Educación Emocional y si bien existen diversidad de enfoques para fomentar y potenciar el desarrollo emocional en los niños, la mayoría dan evidencia de que la adecuada formación emocional conduce a un desarrollo estudiantil satisfactorio por encima de la media. Los niños que desarrollan su competencia emocional sufren menos estrés, gestionan mejor los estados de frustración o ansiedad, echan mano a sus capacidades de comprensión de las situaciones para resolverlas. Evidencian una mejor interrelación con el mundo, con las cosas, relacionándose más profundamente con sus mundos interiores.  Prácticamente todos los programas coinciden en la importancia de desarrollar emocionalmente a los padres primero para que puedan ayudar a sus hijos a gestionar sus emociones con eficacia. La conciencia emocional es la base. Saber cómo nos sentimos, permitirnos preguntarnos qué sentimos frente a algo o a alguien nos permite reconocer que hay una inmensa variedad de emociones disponibles.

Parte de la Educación Emocional involucra la capacidad de distinguir entre emoción y sentimiento. Distinción ésta de enorme derivación ya que permite a los jóvenes sobrepasar momentos de desengaño, frustración, enojo identificándolos como obstáculos pasajeros y prosperar en sus elecciones ya sea de amigos, carreras universitarias, etc.

 

Edward Bach asegura y demuestra que las emociones están para ser sentidas y que el hombre merece experimentarlas a pleno y francamente para vivir de un modo saludable y reconocer su singularidad. Experimentar todas las emociones humanas allí está la salud y la riqueza del hombre.

Para hacer este conocimiento accesible y manejable por todas las personas, EDWARD BACH  agrupó a las emociones en 7 GRUPOS EMOCIONALES que invitamos a explorar en el BiblioLab.

Esta plataforma ofrece los recursos teórico-prácticos más amenos, sencillos y eficaces para el auto-descubrimiento y la mejora personal. A tales fines ofrecemos aquí la Educación Emocional basada en el sencillo esquema de grupos emocionales de Edward Bach potenciada con las magníficas técnicas y estrategias de comportamiento del Coaching y la PNL.

El BiblioLab está en permanente desarrollo incorporando conocimientos de la naturaleza humana que impulsan hacia la comprensión y que consideramos de crucial importancia especialmente para padres y educadores.

En esta lista de videos encontrará lecciones importantes que agregan a la Educación Emocional. Compártalos y disfrútelos