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Compulsión Sexual
"A primera vista, parece que se da una importancia indebida al problema de
la sexualidad y se le concede demasiado espacio. El lector atento reconocerá
enseguida que no tenemos intención de colocar este problema en ningún puesto
de predominio en la conducta humana. Si como profesor me he propuesto
incrementar la madura potencia sexual del alumno, no ha sido por amor de la
concupiscencia ni del abandono al placer que vemos en el hombre inmaduro. La
madurez sexual se alcanza al final del período del desarrollo y por eso es la
función más vulnerable. Pesan sobre ella todas las consecuencias de los hábitos
inadecuados e inconvenientes formados por la experiencia durante el período
anterior de crecimiento y la marcan más que cualquier otra función de maduración
anterior. Toda detención del desarrollo que pueda ocurrir durante este sensible
período de la niñez y de la adolescencia afectará forzosamente a la función
que todavía ha de madurar. De modo semejante, sin recuperar la espontaneidad
sexual, es imposible corregir y reformar suficientemente la propia aplicación
en general, la manera de emplearse uno mismo. Son muchos los que creen no estar
faltos de ella y, no obstante, sienten que no viven plenamente, que la vida es
una obligación vana, sin interés verdadero, y que debieran haber dado mejor
cuenta de sí mismos: quizás no hayan conocido nunca la espontaneidad sexual y,
aún aduciendo con toda sinceridad lo contrario, no hayan gozado nunca de plena
potencia activa. Vegetan en un nivel inferior de existencia del que es imposible
elevarse sin aprender la manera sana de conducirse que lleva a la potencia
espontánea, plena y activa. Y ésta no puede alcanzarse sin llegar a ser al
mismo tiempo un hombre activo y en desarrollo.
El
hombre sano tiene una vida sexual más plena y, en general, más satisfactoria
que el compulsivo. Y el impulso sexual sano no se convierte en esa constante
comezón, sentida por tantos, que absorbe la personalidad entera, en sueño y en
vigilia. La capacidad de movilizar espontáneamente todas las facultades que se
poseen para la tarea del momento la tienen normalmente los que también son
capaces de alcanzar la plena satisfacción sexual. Es propósito de este libro
ofrecer al lector los medios de conseguir tan satisfactoria realización de sí
mismo, que el problema de la sexualidad retroceda, del puesto que ahora
ocupa, al puesto que le corresponde: un puesto importante y honroso cuando sea
preciso, pero no siempre."
Extracto del prólogo de "El
poder del yo" de Moshe Feldenkrais
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