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Lo
que
sucede al Aflorar...
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Toda
vez que una flor ingresa en nuestro sistema con el impulso adicional que
otorga este método, irremediablemente obligamos a que aflore en nosotros la
virtud que el remedio vehiculiza y que se manifiesta tanto en el área del
pensamiento como en el cuerpo. (Recuérdese que toda manifestación
disfuncional del
cuerpo evidencia una falla en la red de pensamientos o una turbulencia en el ámbito de
las emociones).
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El
impulso floral ejerce un efecto crítico en nuestra línea de
pensamientos y en nuestra postura global frente a la vida. Nuestras
capacidades perceptivas se expanden: comenzamos a ver mejor detrás de
una mirada, o de un acontecimiento; comprendemos más allá de las
palabras y sentimos seguridad en eso que ya sea de a poco o de golpe, nos
encontramos experimentando. El material
que accede a la mente es más amplio, preciso, puntual, finamente
consustanciado con nuestro
momento histórico y con las características de nuestra personalidad.
Al aflorar nuestras virtudes comprobamos que la calidad de nuestros sueños son
más finas, cobran sentido, dinamismo, riqueza. Al procesar el frondoso
material que surge, entendemos cómo estas impresiones se
tornan verdaderamente productivas para nuestra presente realidad. El
proceso de Aflorar genera vigor, certeza venida del conocimiento y junto con ella, alegría,
un estado de felicidad sanadora que crece y se ensancha al
ritmo de los progresos. Así, los cambios perseguidos y las mejoras en
el cuerpo no son solamente posibles: resultan una consecuencia
inevitable.
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El
proceso se inicia siempre con la intención de participar en el propio
progreso, en tomar parte activa en el camino de Aflorar las propias virtudes. Tal como
un jardinero experimentado, el conocimiento que recibe el practicante
aflorador le permite saber cómo, dónde, cuándo plantar una
semilla y qué frutos esperar. Conoce bien de la siembra y de la cosecha.
Al ritmo de su trabajo, va confirmando que siempre que esté "bien trabajada la tierra", la naturaleza cumplirá con
su parte, nunca dejará de responder con sus frutos asombrosos.
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La
flor contiene inteligencia arquetípica. Una suerte de sabiduría
milenaria que trae alivio
y comprensión. Es la energía de la flor el motor gracias al cual se
mueve este conocimiento y va distribuyéndose esta por todo
nuestro organismo. Siguiendo la analogía, puede decirse que la semilla
plantada rinde sus frutos en un trabajo silencioso que se inicia desde las capas más profundas de
la conciencia y nos mantiene a menudo al márgen del proceso
especialmente cuando hubo un trauma y durante las
primeras semanas en particular.
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Aprendiendo
el tiempo que requieren todas las cosas, si colaboramos con la naturaleza con un
“regado” adecuado, generoso y rutinario cada día en reflexión,
irremediablemente comprobamos que “la
fruta cae de madura” y nos maravillamos. Nos nutrimos por dentro tanto como por
fuera si bebemos de su jugo. Ahora,
colaborar con la naturaleza no es imponer nuestras voluntades por capricho, no
se relaciona con el acto de controlar los procesos sino de confiar en ellos y
mantenerse atentos a lo que surge. No es hablar, es escuchar. Cuando nos
referimos al buen regado no estamos sugiriendo "dar" sino mantener un
estado abierto y receptivo a fin de poder recibir con agrado la información que
caerá fresca y cristalina como agua de lluvia. Con esta actitud, nuestra "tierra" interior se torna más fértil, nuestro campo
vital, más abierto y generoso y surge naturalmente la comprensión de todos
esos personajes interiores, tantas voces y miradas que habitan nuestro mundo
interior y nos acompañan alentándonos o haciéndonos la vida difícil. Cuanto menos se controle el proceso de
afloración, más naturalmente ésta se produce y deja en nosotros el saldo de conductas que nos sorprenden
y nos satisfacen por completo. Si lo permitimos, podemos asistir a estupendos destellos de conciencia que
vendrán sin lugar a dudas para iluminar toda porción de la realidad que haya
permanecido en sombras y necesite aclararse. No es casual, por lo tanto, que sobrevenga el asombro.
Quien se limita a tomar Flores de Bach sin aplicar estos conocimientos básicos
se pierde la oportunidad de maravillarse ante los ritmos y avances de la
naturaleza y ante lo que su propia mente es capaz de producir.
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La
claridad que las esencias imprimen en la mente permite contemplar la realidad
con renovado espíritu y confianza sorteando el juego de espejos con que solemos
confundirnos, y atravesando los filtros de la comunicación fallida que tan
enfermantes resulta. Trabajadas con
sabiduría, las energías afirmativas
de la vida conspiran siempre a favor de la salud y del bienestar y es
por esto que tan bien reciben a las energías florales ya que ellas potencian
este proceso.
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“Que
la simpleza de este método no los aleje de su empleo"
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Edward
Bach
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aplicar a la hora de trabajar con Flores de Bach
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